Creando contradicciones (artwork: Juliana Acero).

De Una Habitación Propia a Una Ciudad Compartida

En este ensayo, Luisa Uribe propone un enfoque hacia las mujeres como productoras de música, cultura de club y colectivos independientes en Bogotá como una forma de fortalecer los debates que constituyen la escena de la música electrónica en la actualidad.


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Afirmar que los espacios de producción, distribución y consumo de la música y las artes son mayoritariamente masculinos es un lugar común: ¿qué más podemos decir sobre la conocida falta de representación de personas FLINTA1 en los carteles de clubes y festivales en Bogotá y en Colombia? ¿Han cambiado tanto los espacios en los últimos años que este ya es un debate estéril? Este texto es un intento por darle la vuelta al problema de la representación en espacios culturales de la ciudad y pensar en caminos hasta ahora muy poco explorados que nos permitan entender la desigualdad de género a profundidad.

Para empezar, es relevante recordar que la plataforma female:pressure publica desde desde el 2013 FACTS, un estudio que cuantifica la distribución de género en festivales de música electrónica en el mundo. Durante la última década, FACTS ha revelado un aumento en la proporción de actos femeninos del 9.2% en 2012 al 30.0% en 2023. Los datos sobre artistas no binarios muestran un incremento del 0.4% en 2017 al 3.3% en 2023.

En Bogotá, y en particular en los circuitos de música electrónica, las cosas no son diferentes. En esta ciudad se celebra el festival con mayor número de asistentes en el país, Baum Festival, y este año el porcentaje de artistas FLINTA fue de apenas del 36%, 31 artistas de 86 en total del cartel.

Estos datos evidencian un claro y persistente problema de representación, sin embargo, una radiografía cuidadosa del ecosistema musical bogotano pasa también por preguntarse de qué formas mujeres, personas no binarias o con identidades de género diversas habitamos estos espacios más allá de la visibilidad en carteles. Este avance ha sido clave, pero es apenas el principio de los cuestionamientos y horizontes de movilización colectiva que tenemos en estos espacios culturales.

Para explorar estos caminos hablé con María Manuela, Niebla, Juliana, Alex y Viviana, todes residentes en Bogotá quienes trabajan en producción musical, bookings, clubs y como gestorxs de fiestas independientes. Estas conversaciones me permitieron reflexionar sobre la difícil tarea que tenemos por delante para trascender las luchas identitarias en los espacios culturales y convertirlas en cuestionamientos a la distribución del poder y la toma de decisiones en los circuitos alternativos y emergentes de la ciudad.

La importancia de la producción

María Manuela es DJ desde hace menos de tres años, y en ese camino la producción fue una respuesta a la necesidad de seguir explotando su creatividad y relacionándose con los espacios de fiesta desde otras orillas: «No me sentía como tan satisfecha solo mezclando y sentía que igual como que había algo que me faltaba y ese algo fue justamente producir. Entonces pues como que quise satisfacer ya completamente esta necesidad tan grande como de crear algo a través del sonido, aprendiendo a producir. Quería explotar más mi creatividad.»

Con ella hablé de los circuitos de fiesta, de la importancia de los entornos creativos y tranquilos para el desarrollo artístico y su corta trayectoria es clave en esas reflexiones. Ha toureado en Europa y otros países de América Latina y el 6 de agosto se presentó en el Boiler Room x Ballantines en Bogotá curado por la reconocida Bitter Babe.

Niebla también es DJ, productora y además trabaja como booker en Video Club. Define sus inicios en la producción musical como producto de la curiosidad y el interés por reproducir elementos sonoros que le atraían de sus referentes. Con ella hablé de los espacios de formación y el trabajo de sellos locales que están incluyendo música producida por mujeres en sus lanzamientos.

Niebla empezó con un curso en El Club de Audio, una plataforma basada en Medellín que también tiene clases virtuales dirigida por Retrograde Youth y Red Noise: «agradezco mucho del Club de Audio que fue un espacio seguro para uno como mujer ser completamente vulnerable en el sentido del aprendizaje. Aprender algo nuevo es un proceso difícil, la producción musical es intimidante por su complejidad, sobre todo si uno nunca estudió música. Entonces meterse a una clase y más con un profesor (hombre) puede ser un proceso complicado. Y allí encontré un espacio para preguntar una y otra vez, para explorar esa curiosidad.»

Con respecto al trabajo con sellos locales, para esta artista es clave lo que están intentando promotores de la ciudad: «hay sellos pequeños, que acaban de empezar y que le están dando la oportunidad a más mujeres y ven la importancia de tener música hecha por nosotras, están incluyendo mujeres en sus compilados de varios artistas, V/A.2 Están aportando algo diferente porque llevamos buen tiempo escuchando los sonidos masculinos, y ya es hora de que eso cambie. Es refrescante escuchar una canción de una chica sin saber que es una chica, es impresionante, pero como que tiene más riesgo también.»

Reclamando los espacios propios

Juliana y Alex son las cabezas de COMUNO, un venue que abrió sus puertas hace unos meses. Después de más de diez años haciendo fiestas en Colombia y Estados Unidos, COMUNO es un proyecto que parte de la premisa de proponer un espacio diferente para darle la bienvenida «a gente de nuestras comunidades, de nuestras intersecciones, y sobre todo, a gente apasionada por la música tanto como nosotres».

«Tu discobar kuir de confianza» como elles han decidido nombrarlo, está ubicado en el barrio San Luis en Bogotá y al entrar se siente la cercanía y el vibe de casa que quisieron imprimirle. Tiene dos ambientes, una pista de baile y un segundo piso con rockola, muy al estilo de una tienda bogotana clásica.

«Para mí es triste y decepcionante reconocer el hecho de que muchas personas trans no salen de noche. Y no lo hacen porque ya saben con qué se van a encontrar en los espacios de clubes y de la noche: violencia, exclusión. Por eso quisimos abrir las puertas de un espacio con la idea de safer space, porque un espacio seguro 100% no existe. Por eso este sueño tiene mucho que ver también con nuestras pocas inconformidades», cuenta Alex.

Entre las inconformidades se encuentra la importancia de espacios creados y dirigidos por mujeres y personas no binarias dentro del ecosistema de fiestas de la ciudad. La experiencia constante de noches marcadas por el acoso, de bookings hechos solo por el aspecto físico o la identidad de género de las personas, determina ese sentimiento de cansancio que para muches de nosotres se ha transformado en acción.

Viviana es co-fundadora de Club Felinas. Ha trabajado desde hace varios años gestión de eventos, como booker y tour manager y en este colectivo, creado en el 2019 por ella y la DJ/productora Sol Tornasol, se encarga de lo administrativo: organizar los lineups, los pagos a artistas, los tratos con los venues y demás. Destaca la relación que se ha construído con las artistas en los eventos del colectivo, el hecho de que se sientan cómodas y respetadas al tratar con otras mujeres y también por el hecho de que las fiestas de Club Felinas se han convertido en un espacio de crecimiento y acompañamiento de la comunidad LGBTIQ+ dentro de la música electrónica en Bogotá.

En marzo 2024, Club Felinas organizó una fiesta para celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en la ciudad: Carrusel Aleteo Fairy. Con un cartel de 10 artistas locales encabezado por la «reina» de la guaracha, Luna Gil, el evento fue una declaración política en sí misma y una muestra clara de los avances logrados en los últimos años gracias a las exigencias que mujeres/FLINTA hemos hecho desde el reconocimiento de las particularidades identitarias que nos atraviesan.

Nos queda corto el cuarto propio: reflexiones para el futuro

Las luchas identitarias, entendidas como el reconocimiento y reclamación de necesidades específicas de ciertas comunidades marginalizadas, han sido determinantes de los avances que mujeres, personas no binarias y con identidades de género diversas hemos experimentado en los espacios de fiesta en Bogotá. El reconocimiento de lo obsoleto de carteles completamente masculinos, la amplia oferta de mujeres DJs para las fiestas y festivales y una conversación constante sobre nuestra participación en la cultura nocturna, han sido avances importantísimos.

Sin embargo, el potencial transformador de la escena cultural bogotana difícilmente acaba ahí. No solo porque no se saldan todas las deudas históricas con la inclusión de algunas mujeres en los lineups sino porque ése énfasis constante en la representación como fin último deja de lado preguntas importantes por la formación, la calidad, las estéticas posibles y los imaginarios propositivos que existen en la música electrónica.

Como mujeres/FLINTA tenemos conversaciones y tareas pendientes. La escena underground bogotana de música electrónica bien puede ser un espacio para expandir horizontes creativos pero eso no pasará hasta que nos planteemos otras formas de organización de la misma: más música producida por nosotres, más espacios bookeados y gestionados con y para nosotres y también más oportunidades de crecimiento colectivo, espacios de formación y retroalimentación.

Necesitamos aprender más sobre distribución, regalías, pago de honorarios y crecimiento de la industria en general para poder hacer parte de esta escena emergente con más fuerza y cambiando las formas excluyentes en las que se han venido dando muchos de estos espacios. Esos aprendizajes no surgirán de la nada y si seguimos parándonos exclusivamente desde las luchas identitarias no podremos articularnos con la fuerza suficiente para gestionarlos y hacerlos sostenibles.

Necesitamos pasar de «una habitación propia», a lo Virginia Woolf,3 a una ciudad de todes en el sentido de que articulemos los horizontes artísticos e incorporemos la interdependencia que los subyace.


Bonus Track

Este escrito está acompañado de una corta entrevista que le hice a María Manuela sobre su proceso creativo y el inicio de su camino como productora. El rápido crecimiento de esta artista en los últimos meses es un ejemplo del enorme talento que existe en Bogotá y de la importancia de entornos seguros y tranquilos para el desarrollo creativo.

  • 1. Siglas en inglés para mujeres*, lesbianas, intersex, trans* y agénero.
  • 2. Ver los dos primeros lanzamientos del sello local Plasmodia como referencia.
  • 3. Publicado en 1929, en este ensayo la autora explora la idea de que para que una mujer pueda escribir ficción de calidad, necesita disponer de independencia financiera, así como de un espacio propio para trabajar. Se ha convertido en un punto de partida para apuestas feministas que pretenden garantizar espacios seguros para las mujeres.

Este ensayo es parte de la exhibición virtual «Norient City Sounds: Bogotá», curada y editada por Luisa Uribe.

Biography

Luisa Fernanda Uribe studies sociology, anthropology, and cultural studies in Colombia. She has been working on feminist spaces since 2010 with a particular interest in the participation of women in public spaces and nightlife in Colombia and Latin America. She is one of the founders of Pez Alado, a feminist collective that works against harassment and violence in clubs and that also creates tools for safer and more inclusive night spaces in the country. She is also a founder of ECO, a platform increasing the political awareness and participation of different agents of the industry in urgent debates about collectivity, decolonization, and other key topics. Follow her on Instagram.

Published on August 22, 2024

Last updated on August 22, 2024

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